Hace unos meses escribí sobre una de las heroinas de la 2º Guerra Mundial: Irena Sendler. Hoy quiero dejar aquí la historia de unas mujeres extraordinarias a las que nadie hubiera prestado atención sin el interés de una historiadora catalana, que le ha seguido el rastro hasta encontrarla. Escucharla, con más de ochenta años, totalmente lúcida y humilde. Esa es su mayor grandeza. Os invito a conocer su historia.
Elisabeth Eidenbenz es una maestra suiza que entre 1939 y 1944 puso en marcha una maternidad cerca de Perpinyà. La protagonista de la historia ejerció de enfermera voluntaria durante la Guerra Civil española dentro de una organización no gubernamental suiza. Al acabar la contienda, la joven de 25 años vivió la crudeza del éxodo republicano hacia tierras francesas. Al contemplar el trato dado por las autoridades galas a los casi 500.000 refugiados, Elisabeth, entre avergozanda y enfadada, decide trabajar a favor de las mujeres y de los recién nacidos.
Las mujeres embarazadas daban a luz directamente en la arena de las playas francesas, sin ayuda ni privacidad alguna. Eidenbenz, junto con un grupo de mujeres embarazadas y varias enfermeras voluntarias como ella, acondicionó una casa abandonada en Elna, pequeño pueblo situado cerca de Perpinyà. Aquel grupo de mujeres solas convirtieron el edificio en una maternidad.
En 1939, el nacimiento en las playas francesas era sinónimo de muerte; sin embargo, nacer en la maternidad daba una oportunidad para vivir. Ayudaron a traer al mundo a 597 niños y niñas hasta que los nazis clausuraron el centro.
Desde entonces, han pasado ya 65 años y aquellos recién nacidos son hoy abuelos y abuelas que han recorrido ya buena parte del camino vital. La mayoría no conocían esta historia y muchos ni tan siquiera sabían el nombre de la mujer que les había salvado la vida. En el año 2002, pudieron juntarse para darle las gracias a Elisabeth.
De cómo Assumpta se encontró con esta historia
Esto es lo que dice ella: "En el año 2001, buscando testimonios de aquellos infiernos del exilio, salía intermitentemente la figura de una mujer joven, sola, que ayudaba a las mujeres embarazadas en las playas francesas, mal denominadas centros de acogida". Había constatado mediante mis trabajos de estadística que la mortalidad infantil en los campos de refugiados franceses de 1939 era del 95,7 %. Por tanto, me sorprendió mucho que alguien estuviera trabajando contracorriente, a favor de la vida, sin ningún ruido, sin querer acaparar protagonismo. Cuando lo comentaba con otros colegas de mi universidad, me decían que no perdiese el tiempo, que era una historia menor, una mujer que ayudaba a otras mujeres… y poca cosa más. Pero quizá porque soy mujer y madre, seguí en mi investigación hasta que encontré a Elisabeth en Viena. Todavía seguía viva y con ganas de ayudarme en la recuperación de esta historia.
Aunque ya hace casi dos años que los medios de comunicación catalanes se hicieron eco de esta historia, creo que es necesario que la gente la conozca. No andamos sobrados de vidas o actos ejemplares.
Es necesario también hablar de la historiadora que dio con esta mujer. Se trata de Assumpta Montellà, que ha publicado diversos trabajos sobre la Guerra Civil y el exilio, ha colaborado en diferentes asociaciones para la recuperación de la Memoria Histórica y es asesora del programa de TV3 "Documentales Históricos". Pero su verdadera vocación es mirar y remirar papeles, hurgar en la memoria de la gente, hablar y conocer todas sus anécdotas para después poder describir el pulso de su país.
"La Maternidad de Elna" es el primer éxito editorial de Assumpta (8ª edición en catalán). Ha sido publicado recientemente en castellano, francés y alemán.Es necesario también hablar de la historiadora que dio con esta mujer. Se trata de Assumpta Montellà, que ha publicado diversos trabajos sobre la Guerra Civil y el exilio, ha colaborado en diferentes asociaciones para la recuperación de la Memoria Histórica y es asesora del programa de TV3 "Documentales Históricos". Pero su verdadera vocación es mirar y remirar papeles, hurgar en la memoria de la gente, hablar y conocer todas sus anécdotas para después poder describir el pulso de su país.
De cómo Assumpta se encontró con esta historia
Esto es lo que dice ella: "En el año 2001, buscando testimonios de aquellos infiernos del exilio, salía intermitentemente la figura de una mujer joven, sola, que ayudaba a las mujeres embarazadas en las playas francesas, mal denominadas centros de acogida". Había constatado mediante mis trabajos de estadística que la mortalidad infantil en los campos de refugiados franceses de 1939 era del 95,7 %. Por tanto, me sorprendió mucho que alguien estuviera trabajando contracorriente, a favor de la vida, sin ningún ruido, sin querer acaparar protagonismo. Cuando lo comentaba con otros colegas de mi universidad, me decían que no perdiese el tiempo, que era una historia menor, una mujer que ayudaba a otras mujeres… y poca cosa más. Pero quizá porque soy mujer y madre, seguí en mi investigación hasta que encontré a Elisabeth en Viena. Todavía seguía viva y con ganas de ayudarme en la recuperación de esta historia.
"Nos hacen falta muchas Eidenbenz para virar el rumbo de nuestro maltrecho barco, pero episodios como el de la Maternidad de Elna nos hacen pensar que, en esta vida nuestra, todavía nos queda esperanza" Dice Assumpta y creo que tiene toda la razón.
Y este es el testimonio de una de las mujeres que vivieron esa experiencia: Mercè Domènech
"Había una madre que no tenía leche y el niño lloraba de hambre día y noche. Cuando se agotaba de tanto llorar, se dormía y ella le daba calor con su cuerpo. Las mantas que tenían todavía estaban empapadas de aquellos días tan malos de febrero. Cuando salía el sol, enterraba al bebé en la arena hasta que le dejaba fuera solo la cabecita. La arena le servía de manta.Pero al cabo de unos días el niño se murió de frío y de hambre.
Yo estaba embarazada y con solo pensar que mi hijo nacería en aquel infierno me desesperaba. Después de unas semanas, en el barracón de enfermería del campo encontré a la señorita Elisabeth o, mejor dicho, ella me encontró a mí. Me propuso parir en una Maternidad situada en Elna, allí mismo, en el Rosellón.El día que nació mi hijo en la sala de partos de la Maternidad, no pude reprimir las lágrimas. Todo el mundo creyó que lloraba de emoción, pero solo yo sabía que lloraba por el niño enterrado en la arena de Argelers"
Querida Teresa:
ResponderEliminarTodo lo que tiene que ver con la recuperación de nuestro duro pasado me emociona y atrapa de forma especial. Te agradezco mucho que hayas hecho este magnífico trabajo. Es exquisito. ¡Qué suerte tenemos de poder tenerlo a nuestro alcance!. Un beso muy fuerte y ... me pasaré para ver tus narraciones e investigaciones.
Gracias Tesa por tu comentario. Es que hay tanta gente anónima que merece ser reconocida...
ResponderEliminarUn beso
TERESA