Me entero de que hoy, día 13 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Radio. ¡Vaya por Dios! Pues mira por dónde es una celebración que me llena de nostalgia y de alegría al mismo tiempo. Casualmente, escucho una noticia curiosa: el sábado pasado murió Juan Soto Viñolo. Y dirán ustedes, ¿quién es ese señor? Pues nada más y nada menos que la propia Elena Francis. Una señora que durante muchos años adoctrinó a las jóvenes y amas de casa españolas sobre la mejor forma de sobrellevar el peso de un matrimonio desgraciado, aconsejando mucha paciencia y amor desinteresado.
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Luis del Olmo al inicio de su
carrera |
Soto fue el autor de todos los textos de un programa dedicado al público femenino con consejos sentimentales, domésticos y de belleza. Primero, desde Radio Barcelona y, después, desde Radio Peninsular y Radio Intercontinental se convirtió en un fenómeno sociológico en la España del franquismo. O sea que, detrás de doña Elena, estaba este periodista. Y las pobres mujeres pensando que era una bondadosa señora las que, llena de empatía y comprensión, les daba los mejores consejos para conseguir una vida feliz.
En fin, pensamos que los medios
de comunicación actuales son un camelo, pero este es el ejemplo más claro de
que eso no es nuevo. Como muchos de ustedes saben, hay en mí una especie
de abuela cebolleta, que suele rescatar del pasado historias, personajes y
costumbres olvidadas. No lo puedo evitar. Y además, ¿por qué no decirlo? Siento
que hay que hacerlo, que es importante saber de dónde venimos, que hay
demasiado olvido en este mundo tan vertiginoso y globalizado. No es nostalgia
de un tiempo mejor, no. Es necesidad de revisar una época, aunque sólo sea por
tomar conciencia del camino recorrido.
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Una Mercedes
Milá casi adolescente |
Lo confieso: he escuchado a Elena
Francis, así que sé de lo que hablo cuando digo que domesticaba a las mujeres.
Yo era una joven madre que pasaba muchas horas en casa y que se valía de la radio
como una ventana abierta al mundo. No había televisión más que en horario de
tarde-noche, así que, mientras hacía las tareas domésticas y cuidaba de mi
hijo, me sentía acompañada por el sonido de las distintas voces de la época.
Una de las más relevantes en ese momento fue la de Luis del Olmo (1973-76)
Puedo asegurar que en aquel desierto cultural, el programa que hacía esta gran
periodista desde Barcelona, ciudad donde yo vivía, era una universidad. Todavía
no habían empezado las tertulias en las que unos cuantos
"enteraillos" se pelean y no llegan a nada. Mucha gente no sabe que
Mercedes Milá empezó su carrera profesional en el programa de Luis del Olmo.
Era una auténtica reportera, aguda, arriesgada, comprometida, que se metía en
todos los “fregaos” que os podáis imaginar. A su lado Mercè Remolí, otra gran
periodista, algo menos agresiva, pero igualmente seria. Ambas no tenían más de
23 años, igual que yo. Los temas que se trataban eran los que interesaban a la
gente de la ciudad. Salían por los barrios, se iban a las asociaciones de
vecinos, se colaban en las manifestaciones... Recuerdo haber seguido en directo
el asalto al Banco Central de la plaza de Cataluña. Aquella radio era pura
vida. Y allí estaba yo, con los oídos bien abiertos.
Vaya, que lo de Elena Francis era
para mí una especie de “pecadillo venial” que me servía para darme cuenta de
cómo estaba el mundo, el otro mundo; el de tantas y tantas mujeres de pequeños
pueblos, todavía influidas por el Catolicismo más rancio. Era el momento del
cambio en este país, donde convivían las cadenas de un tiempo oscuro, con
nuevos aires, provenientes, sobre todo, de las zonas urbanas.
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Alfonso
Eduardo Pérez Orozco |
Ahora vienen a mi memoria las tardes culturales de Radio Nacional. En plena Transición,
una renovación de la emisora. “Estudio
15-18”, cuyos
presentadores fueron Alfonso Eduardo Pérez Orozco, un periodista sevillano
cultísimo. A su lado, Marisol del Valle, (tía abuela de la actual reina de
España) y Jesús Quintero, que todavía no era “El loco de la Colina”. Con ellos aprendí muchísimo de
cine, de literatura, de buena música y escuché grandes entrevistas a personajes
que tenían mucho que decir y que yo desconocía. Fue como mi preparación
para el acceso de la Universidad, una gran escuela también de conciencia
social, en esa etapa en la que el Franquismo daba sus últimos coletazos y ya se
podía hablar de ciertas cosas, prohibidas unos años antes.
Luego, poco tiempo después,
criando a mi segundo hijo, tuve parecida experiencia. Esta vez fue una emisora
en la que se habían colado los periodistas jóvenes y más políticamente
incorrectos: Manolo Ferreras, un jovencísimo Javier Pérez Royo, o Gloria Berrocal,
nombres que ya nadie recordará, pero que han sido grandísimos comunicadores
comprometidos con la cultura. Radio 3 era la emisora alternativa en los años
80, con un espíritu cercano a la “Movida”. El nombre del programa: La
Barraca, una referencia histórica que muchos pueden recordar, con García
Lorca como protagonista. Mucho texto, mucha literatura, mucha crítica y locura.
Para esto ya andaba yo preparada. Tenía 32 años, dos hijos y había pasado por
la Universidad. A través de las ondas conocí a mi mejor amiga y me empapé de un
mundo del que estaba alejada y que me llegó también con la revista Triunfo, otro
de los medios de comunicación que sirvieron de escuela de conciencia a miles de
personas.
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Manolo
Ferreras y Javier Pérez Royo en La Barraca |
Esto ha sido para mí la radio en un tiempo en el que enchufaba la tele sólo para ver con mis niños Los payasos, Heidi, Marco y Pipi Calzaslargas y, cómo no, para disfrutar del mejor programa que haya tenido la segunda cadena: La Clave, con Balbín al frente. Conmemoremos, celebremos, recordemos una parte de nuestra pequeña historia de cada día. La evocación es un buen ejercicio para reconciliarnos con un tiempo en el que no todo era oscuro y “cutre”. .
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