Wharton nació durante la guerra civil americana, y crecío en un selecto segmento de la clase alta neoyorquina, el más cercano a la aristocracia europea, por lo que siempre estuvo expuesta a esa sociedad dominada por los nuevos ricos y millonarios, que pueblan sus novelas. Antes de los cinco años, viajó con sus padres a Europa, donde viviría seis años, y tras su matrimonio con Edwards Robin Wharton a los 23 años, también pasaría parte de cada año en Europa: en Italia primero y en París después, donde se estableció en 1907, y donde viviría rodeada de princesas y duquesas, novelistas, historiadores y pintores, hasta su muerte treinta años después. Sin embargo, edith Wharton no fue una mujer feliz. Durante su infancia solitaria, entre una madre artificial y un padre distante, su fuerte entusiasmo literario asombraba a su familia y a su círculo de amigos nada intelectuales o imaginativos. Su matrimonio de conveniencia con un hombre de buena familia, mucho mayor que ella, fue un error que acabaría en divorcio 20 años después, y aunque Wharton empezó a publicar a los 29 años, siempre estuvo dividida entre las demandas sociales de su vida privada y sus ambiciones literarias, que la convertían en una extraña dentro del mundo de su marido.
La obrade Wharton marca un momento en la ficción norteamericana en el que las transiciones sociales del siglo hicieron posible que la novela costumbrista europea encontrara su expresión en los Estados Unidos. Nacida y educada en el Nueva York patricio, ese fue el mundo que más directamente conocía y que más inspiró la crítica de sus novelas. La tragedia que explora en sus novelas parte del sentimiento de confinamiento social y sexual de sus protagonistas, y de la discrepancia entre la civilización y las hostiles leyes sociales y económicas que sólo favorecen a los privilegiados. Tras un volumen de relatos, su primera novela se publicó en 1902, The Valley of Decisison; un romance histórico que transcurre en la Italia cortesana del siglo XVIII. Su fiel amigo Henry James reseñó la novela de forma elogiosa, pero aconsejó a su autora con la frase "Do New York... the first hand account is precious" ("dedícate a Nueva York... la experiencia propia es lo más precioso"), consejo que Wharton seguiría a pies juntillas en el resto de sus novelas, que tratarían temas como los problemas matrimoniales, el reto moral del adulterio, la ilegitimidad, la pasión nunca expresada, la estrategia erótica fallida, el desacompasamiento temporal que destruye las posibilidades de los amantes... en resumen: todo tipo de variantes de la relación privada entre hombres y mujeres, en un contexto social americano muy restringido.
La fuerza de su escritura, como la de la escritora inglesa George Eliot, parte de su creencia en que los compromisos morales son absolutos, y violarlos sólo pone en peligro todo el entramado social y personal. Es decir, a diferencia de muchos de sus predecesores, Wharton no pudo hallar una alternativa a la vida socialmente constreñida que conoció personalmente. Su ficción bebe de sus experiencias personales -la rancia sociedad neoyorquina siempre en movimiento, y posteriormente cómo se percibe esa sociedad desde el otro lado del Atlántico. Acaso sea Wharton la historiadora social más perspicaz de la literatura norteamericana; poseedora de un talento semejante al de Henry James para manipular el sentido del lugar; es decir, para presentarlo como una realidad dramática y moral palpable. Su gran tema, por lo demás, es la interacción entre el cambio social y la vida individual empobrecida o en paulatina tribulación.
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